Paren, que me bajo (1 de agosto de 2008)

 

Sospecho que el cambio climático, o sea esas pocas décimas de temperatura de más que, a modo de fiebre, calientan la superficie del planeta un poco más cada año, nos está derritiendo los sesos permitiendo conexiones entre neuronas que jamás deberían haberse comunicado. Sospecho que esa papilla neuronal nos irá destruyendo lentamente hasta que, al tiempo que nos anestesia idiotizándonos, nos vayamos extinguiendo hasta desaparecer poco antes de que lo haga esta bola en la que vivimos dando vueltas por el espacio.

 

Una cadena de supermercados británica, una especie de Mercadon o Hiperdin, ha sacado a la venta un melón cuya virtud principal es tener sabor a limón. Sí, ha leído bien, a partir de ahora, para preparar la limonada alcalina que nos recomiendan los médicos del Servicio Canario de Salud cuando tenemos una diarrea -no la mental, que esa la continuarán tratando con fármacos- habremos de exprimir un melón y medio y añadirle agua. Esta será la fórmula: a 1/2 litro de agua desalada se le añade el zumo de un melón y medio, media cucharilla de bicarbonato, media cucharilla de sal y 2 ó 3 cucharadas de azúcar. Obsérvese cómo al tiempo que se desala el agua, se sala el brebaje en cuestión. Otra estupidez más. Pronto el invento, que fue precedido por la leche desnatada, el café descafeinado y la cerveza sin alcohol, será vendido como melon-lemon, junto al water-melon, las potatoes-wine, los banana-peach y los tomates-pera. Y probablemente el melón de Villaconejos pasará a venderse en el rincón del gourmet del Spanish Cort de Londres.

 

Pero esto no es todo, según parece, la justicia británica no considerará asesinato que la mujer maltratada acabe con la vida de su esposo. Al parecer no hay sitio para tanta gente en las cárceles del Reino Unido y es bastante más barato el mantenimiento de un cementerio. Recuérdese que allí los construyen sin tapia.

 

Y por último, en California, el estado de nuestro amigo Schwarzenegger, van a luchar contra la obesidad prohibiendo la instalación de Fast Food en los barrios más humildes, donde vive la obesa minoría latina o negra. Se habla de la posible solicitud de apertura en dichos barrios del prestigioso restaurante Maxim y se dice que el propietario de la desaparecida Caseta de Madera se lo está pensando.

 

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© Francisco Suárez Trénor