Manolo, Noelia y El Magóez (28 de marzo de 2011)
El Magóez es el pseudónimo de alguien que escribe un blog
semanalmente en la red y que según él mismo reconoce es de aquí -lo cual dicho
en el ciberespacio se puede traducir como soy ciudadano del mundo- y sabe más por viejo que por diablo, aunque sus estudios tiene, según
manifiesta. Este personaje, cuya lectura
semanal recomiendo, ha escrito un artículo que creo que merece ser leído entero
(http://magoez.blogspot.es/) pero que no me resisto a recortar y comentar. Dice
el autor: Manolo y Noelia, gomeros, quisieron
tener una oportunidad en la vida. Manolo y Noelia cogieron sus pocos bártulos y
se fueron a la capital de la provincia. Manolo y Noelia alquilaron un garaje
con cuarto de baño y pusieron en marcha una pequeña tienda de comestibles, una
“ventita”. Y después describe el
lúgubre espacio que “eligen” para llevar a delante su proyecto: El garaje alquilado no tenía más de dos
metros de altura, una puerta plegable de cuatro hojas y un añadido de la misma
altura con un ventanuco a la calle. Allí separaron el garaje en dos zonas, la
de vender y el almacén. Un espacio para la clientela, un mostrador y una
estantería que separaba del almacén. En el
añadido, con letrina incorporada, partieron el espacio con una cortina,
de tal manera que quedaba un fregadero, la cocinilla de petróleo, y una mesita
a un lado y la cama y poco más al otro.
En un espacio como éste, que hoy llamaríamos
indigno, o en otros similares, transcurriría la vida de tantos emigrantes de
estas islas que por aquellos años tuvieron que trasladarse, con lo puesto, a
otras islas con menos miseria o a otros países entonces más ricos. Más tarde El
Magóez describe su actitud de cara al trabajo y cómo
con los años llegaron a construir con sus manos su propia casa y su propia
ventita: No cerraban nunca, lo más que
hacían era entornar las puertas, siempre estaban dispuestos a vender algo.
Fiaban a los vecinos más necesitados. Trabajaron y ahorraron, se compraron un
terreno en el extrarradio, cerca de la “Residencia Sanitaria”, y mediante auto
construcción, los fines de semana, y el trabajo solidario de otros gomeros se
construyeron un local, su nueva tienda, y su vivienda encima.
Y añade el autor,
homenajeando a todas y cada una de las ventitas, estancos y carritos de su
barrio que era el mío: Podría contar la
misma historia de Valero, de Doña Leonor y su hija Servanda,
del carrito de Doña Concha la madre de Lala y Paco, de Don Elías, de Don
Luciano y Juanito, todos salieron para adelante. Así se hizo la España del
desarrollo, con sacrificio, trabajo, tenacidad, esperanza y estudios para los
hijos. Otros hicieron Venezuela, pero lo hicieron y la mayoría mejoraron.
Y termina diciendo: Esta es parte de mi memoria histórica, lo
traigo aquí como homenaje y lección. Ese es el espíritu que tenemos que
recuperar. Hemos de recuperar la fe, la actitud y la tenacidad de Manolo y
Noelia porque caso contrario los hijos Chin Lu y Tsao
de Lu, gomeros de la China, que trabajan tenazmente en familia y todos los días
del año, y ya están aquí, heredarán la tierra.
Tras esta invitación
a comportarnos como emigrantes en nuestra propia tierra para salir de la
crisis, me quedo sin palabras. Tan sólo mi homenaje a Manolo y a Noelia –y a
todos los que representan- y mi agradecimiento a El Magóez
por esos sus recuerdos que refrescan los nuestros.
©Francisco Suárez Trénor
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