MaLena (21 de octubre de 2009)

 

MaLena es una amiga porteña, una amiga virtual argentina. La conocí gracias a la poesía y personalmente no he estado nunca con ella. No se trata de esas cyberamistades íntimas e intensas tan llamativas que en ocasiones terminan incluso en matrimonio. Se trata simplemente de un intercambio de trabajos, de opiniones y sobre todo de admiración. Son estas amistades virtuales una de esas cosas curiosas que ha hecho posible la Red. Recuerdo con especial afecto una hermosa reunión de amigos virtuales a la que acudí como acompañante hace algunos años y puedo decir que fue más emocionante, porque el cariño era más sincero, que algunas de esas comidas navideñas que celebramos cada año con antiguos y desconocidos compañeros. No es el caso, por supuesto, de la entrañable cena anual de mi Preuniversitario del Instituto de Santa Cruz de la que alguna vez les hablaré.

Ella, mi amiga porteña, escribe esa especie de diarios electrónicos y compartidos que se denominan blogs, pero MaLena, que es pintora y tiene unos hermosos ojos verdes, escribe los más poéticos, los más sensuales, los más bellos que conozco. Siempre he sospechado que es más poeta que pintora, aunque no quiera reconocerlo. Cada día, en mi tiempo libre, intento ponerme en contacto con los escritos, pinturas, canciones, fotografías, poemas y otras creaciones tanto de ella misma como de otros autores que nos ofrece en Spleen ( http://spleenmaleniano.blogspot.com) que es el título de su blog más íntimo, pero MaLena, la virtual muchacha de los ojos color de uva, mi poeta favorita -discúlpame, Cecilia- de vez en cuando deja de escribir y, cuando lo hace, me deja desorientado y ansioso, como cuando en la era del correo convencional, que tan remota nos parece ahora, tardaba en llegar la carta de la persona amada. Tranquilo -me digo- que, al menos hasta ahora, siempre ha vuelto. Y cuando al fin lo hace, regreso a este estado de casi sosiego que la vida me regala cada día.

Si hoy la traigo a esta columna es para decirles que en uno de sus últimos posts –el del día siete de este mes- enlaza con un impresionante corto de los hermanos Ríos titulado Nasija, rodado en su totalidad en nuestra isla, un corto que habla de injusticias tan cercanas en tiempo y espacio que, en mi opinión, merece la pena ver para reflexionar después sobre ellas. Y, con esta excusa, compartir con ustedes un poema de ella, de MaLena, un poema muy breve:

 

Ultimo réquiem  (segunda versión)

 

Llorar improvisando,

de memoria.

¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

Oliverio Girondo

 

 

Me duele la mirada,

las lágrimas nadan

en un pocillo de café,

rojos palpitantes

se adueñan de mí.

Sangro.

 

Sí, me duele la mirada,

se derraman las estrellas,

todo es oscuridad.

Voy a colgar mis ojos

en el perchero de la nada.

 

‹‹‹ Anterior (Brotes verdes)      Mis columnas      Siguiente (Tenerife amable (y honrada) ›››

 

    Inicio

 

© Francisco Suárez Trénor