Músicas alternativas y omisión institucional

 

Muchas veces no valoramos lo que dejamos por hacer, lo que omitimos, y por lo tanto no nos damos cuenta de sus consecuencias. Y es que hay ocasiones en los que la acción es una obligación, en las que uno debe de tomar una iniciativa sin que nadie nos lo solicite ya que serían peores las consecuencias si nos quedáramos parados. Se me ocurre la omisión de socorro tan cacareada o la omisión de denunciar una situación injusta por no meternos en complicaciones. Y hablando del tema, a uno le sorprenden los pecados por omisión de nuestras autoridades culturales (y de otras, pero hoy toca hablar de éstas) que se limitan a programar actos o exposiciones y, como mucho, a publicar algunos libro de dudoso interés de vez en cuando y a conceder subvenciones a diestro y siniestro tanto a lo cultural como a lo paracultural, y que conste que no me parece mal, pero es que estas autoridades, se olvidan de apoyar cuando alguien que hace cultura, cultura auténtica, y que nunca ha solicitado ayuda pública o subvenciones de ningún tipo, lo necesita.

 

Me estoy refiriendo a una actividad cultural importante, un fenómeno casi espontáneo, pero digno de observación y reflexión, que en este momento está necesitando un apoyo por parte del Ayuntamiento de Santa Cruz y no me refiero a un apoyo económico, sino a  un apoyo institucional, a un intento de hacer de árbitro entre las partes para que esa actividad cultural -aún reciente pero creciendo con fuerza en medio de esta sociedad nuestra tan paralizada por la depresión económica- pueda superar una pequeña crisis más burocrática que otra cosa que, aun así, estoy seguro que no acabará con ella. Y es que cuando algún fenómeno nace con fuerza es difícil pararlo. Y más difícil cuando es gente joven de espíritu la que lo impulsa. Pero es obligación de la autoridad facilitar su desarrollo. Me estoy refiriendo a un local de ocio que ha revolucionado en poco tiempo el mundo de la música rock y pop-rock. Una música que en muchos casos, yo diría que la mayoría, es creada e interpretada en vivo por jóvenes (y no tan jóvenes) de nuestra isla que lo único que quieren es ser escuchados y valorados por los miembros de una sociedad de la que forman parte y tener locales donde reunirse e intercambiar opiniones al mismo tiempo que, como dice Alice Coverlan en una carta a la Concejalía de Cultura, sirven de apoyo a programas radiofónicos, exposiciones de fotografía, poesía y obras de teatro que difícilmente pueden representarse en los circuitos habituales pero que tienen un gran valor cultural y generacional y que favorecen la comunicación entre nuestros jóvenes artistas que hasta ahora se han visto limitados a comunicarse en pequeños núcleos familiares o de amigos.

 

Es posible que el pecado cometido por los propietarios y amigos del Honky Tonk, que así se llama el local, sea precisamente el haber querido caminar por sí solos, sin ayuda institucional de ningún tipo, y que esto haya dolido a las autoridades culturales que tan acostumbradas están a que se les haga la pelota solicitándoles subvenciones y ayudas y de esta forma ellos no puedan presumir con sus ruedas de prensa y sus anagramas de sociedades municipales más o menos autónomas o de las concejalías correspondientes. Y lo lamentable sería que esto, el que se hayan atrevido a no contar con ellos, sea lo que justificara su desinterés.

 

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© Francisco Suárez Trénor