2010. Odisea del espacio (17 de febrero de 2010)

 

Viajaba yo hasta hoy por los cielos de estas islas nuestras y de la peninsular Iberia pensando con placidez y de forma exclusiva en las compañías aéreas, aquellas en las que solamente el avión recibía más atenciones que el viajero, como Spanair, Air Europa, Iberia (valga la redundancia) y en poco más. Pensaba en cosas sencillas y agradables, por ejemplo en la posibilidad de un retraso, que en algunos casos podía beneficiar mi economía al regalarme la empresa un billete sujeto a una serie de condiciones de difícil cumplimiento, o en la de acumular puntos como un usurero jurando fidelidad eterna a cada una de las compañías, por medio de unas tarjetitas de plástico similares a las de Whebe, Maya, El Corte Ingles, Cortefiel, Mercadona, Hoteles Spring, Hoteles Meliá, Pensiones del Pisuerga, Casas Rurales del Norte de San Andrés y Sauces, Asociación de Senderistas de los Nacientes de Marcos y Cordero, Springfield, Bar Jamaica (casa Nicasio), Kiosko de la Plaza (cafés y cañas), Kiosko de la Esquina (periódicos y pan), Mango, Hoteles Rurales de Manhattam, Servicio Canario de Salud (vacunas de gripe A y estacional entre otras chucherías multicolores), Banco de Santander (renovación de las tarjetas), La Caixa de Cataluña (lo mismo pero en catalán, supongo), CajaCanarias (premios literarios a precio del 2000), BBVA (comisiones por lo que a usted se le ocurra y más), Sociedad para el Desarrollo de los Enanos de Santa Cruz de La Palma, Auditorio de Tenerife (estacionamientos gratuitos y cajeros múltiples) y Antigua Asociación de los Tradicionales Indianos de Las Palmas de Gran Canaria (los auténticos), pero en este caso sin utilidad práctica ninguna pues te dan los puntos con o sin ella y quieras o no. En fin, que viajaba uno, como les decía, tan lindamente, añorando, eso sí, los detalles de las compañías insulares (las ambrosías Tirma de Binter, tan laxantes ellas; o los manises salados o dulces de Islas). Pero desde hoy, desde este día que quedará marcado en mi historia personal, habré de pensar, y esto va lamentablemente en serio, en AENA. Y es que me he enterado qué es AENA. Es, horror, una Entidad Pública Empresarial que tiene personalidad jurídica propia e independiente de la del Estado, plena capacidad jurídica, pública y privada, y patrimonio propio, o sea algo parecido a la Sociedad de Desarrollo de Santa Cruz pero a nivel estatal. Prácticamente un saco sin fondo. Y a los directivos de este saco sin fondo es a quienes chantajean unos profesionales formados en dos años, es decir en menos tiempo que cualquier carrera de grado medio, por el simple hecho de que son unos cuantos y jugando en la pantalla de un ordenador más o menos sofisticado, con toda la responsabilidad que se quiera, pueden bloquear no solamente el espacio aéreo español sino la conexión de éste y del europeo con Sudamérica. Y de esta manera se convierten en los profesionales posiblemente mejor pagados del país a excepción, supongo, de sus superiores que mientras tanto, ceden, ceden y ceden. Porque a la hora de la verdad ¿Quién controla a los controladores y a los controladores de los controladores? ¿Quién termina pagando las pérdidas súper millonarias derivadas de sus sueldos y de la mala gestión de los aeropuertos de Madrid, Barcelona o Tenerife-Sur? ¿Esa entidad con personalidad jurídica propia e independiente de la del Estado o el propio Estado, o sea usted y yo? Salvo que usted sea controlador, claro.

 

 

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© Francisco Suárez Trénor